Etapas

Septiembre 2011

Siempre me ha fascinado la expresión dar a luz aplicada a la madre en el parto. Continuando la metáfora tú -querido lector- imagínate que cuando naciste abriste una habitación, le diste al interruptor de la luz y te encontraste con un montón de cajas.

A la habitación le puedes llamar tu vida, a las cajas le puedes llamar oportunidades, experiencias, etapas.

Cada una de las cajas tiene un título: juegos en el recreo, botellón, motos, servicio militar, universidad, viajes sola, viajes acompañada, amor real, amor conformista, trabajo basura, trabajo vocacional, etc.

Abrir cada una de esas cajas es tu única responsabilidad porque esa habitación, tu vida, solo lo abre tu ADN. En algunos momentos probablemente tengas dudas y una batalla interna entre el corazón y la razón por no saber cuál escoger, en esas ocasiones solo deja que gane la mejor.

Las cajas puedes abrirlas, cerrarlas con precinto, dejarlas entre abiertas o nunca abrirlas. Pero situada desde la óptica del sentido común, la vida mientras cumple con su curso nos brinda muchas oportunidades, diferentes personas, paisajes, trabajos, etc.

Mi profesora de literatura mencionaba la expresión: Cada cual de su capa hace un sayo, significando que cada individuo obra según su propio albedrío, con la libertad que sólo a él le pertenece. Sería una verdadera lástima que siempre abriéramos las mismas cajas, de hecho, la falta de coraje causa pérdidas de momentos increíbles y algún día nos moriremos todos, por lo que es importante recordarlo e irnos con los deberes hechos, no arrepentirnos de aquello que no intentamos.

Recuerdo que cuando era adolescente  jugaba con la PlayStation 1, mi juego preferido era Crash Bandicoot. Debía conseguir unas gemas para destruir el aparato mental que construiría esclavos terrestres, creado por el malvado Doctor Neo Cortex, quién también tenía secuestrada a la novia de Crash.
Si no pasaba de fase, el juego me colocaba en la última que si había conseguido y me brindaba la oportunidad de volver a enfrentarme de nuevo al juego, eso sí, conociendo las trampas y dificultades en las que no debía volver a caer si quería pasarme el juego.
Cuando finalmente conseguía pasar todos los niveles y obtener las veinticinco gemas que exigía el juego, mi ego se saciaba y mi sonrisa se manifestaba, a continuación la pantalla rezaba:
GAME OVER.
Tenía la posibilidad de volver a repetirlo íntegramente, esta vez con más experiencia y conocimiento, pero también tenía la opción de cambiar de juego o apagar la Play.

Estoy segura que tras cada caja me he construido, reconstruido y reinventado gracias al aprendizaje y las experiencias que ese momento me ha brindado, al igual que guardo en un trocito de mi corazón a las personas que la vida ha decidido que me dieran lecciones, para lo bueno y lo no tan bueno porque de todo se aprende y se saca una conclusión constructiva.

Carolina Gascón